La vida divina es Relación
El elemento esencial en esta vida es la relación. El origen y fundación de todas las relaciones es el Dios Triuno. La relación de la Divinidad es La relación. En otras palabras, no existe otra relación. Encontramos la relación entre el Padre, Hijo y Espíritu Santo. Todas las demás “relaciones” son solo un reflejo de esa única relación.
Todas las relaciones naturales son solo una fotografía de la única relación divina que existe en la comunión eterna de la divinidad. Hay solamente una relación en esta tierra que no es una imagen o reflejo de la relación divina sino una expresión de la comunión de la divinidad. Esta es la relación de los miembros del Cuerpo de Cristo. Esto es porque el Cuerpo de Cristo está constituido con el específico propósito de expresar la vida corporativa de Dios.
Dios desea expresar Su propia vida. Su deseo es verter Su vida eterna en un vaso para que esa vida pueda ser expresada en una manera visible y tangible. Es importante que recordemos que esta vida es Dios mismo. Cuando Él entrega su vida, Él está entregando Su propio ser! Esta vida contiene la esencia de todo lo que Él es. No significa que esta vida es una fuerza o energía de alguna clase que está separada de Él. La vida es Él! Y esta vida es corporativa porque Él es corporativo.
La esencia de la vida es la relación. En otras palabras, la vida divina, la vida de Dios, es corporativa en naturaleza. Cada uno de los miembros de la divinidad es dependiente uno de otro. La vida no fluye en esta comunidad a menos que los miembros cooperen unos con otros. No hay vida sin la cooperación mutua de las Personas. Sin el Padre no puede haber Hijo, sin el Hijo no puede haber Padre, sin el Espíritu no puede haber Padre e Hijo. Ellos son totalmente dependientes uno de otro. La relación constituye el fluir de la vida. Si no hay relación entonces ahí no hay flujo de vida.
Una descripción de la vida corporativa de Dios
El apóstol Juan nos dice que Dios es amor (1 Juan 4:16). Es muy significativa esta declaración; mucho más de lo que normalmente creemos. Juan no está diciendo que Dios ama o tiene amor. Él dice que Dios es amor. La mismísima naturaleza de Dios es amor. En otras palabras, amor es la esencia de quien Dios es.
Ahora que sabemos que Dios ama, pero Él ama porque eso es lo que Él es. Amor es Su vida, amor es Su ser, amor es Su misma existencia! Así que esta palabra nuestra “amor” es una buena manera para describir la vida corporativa de Dios.
El amor demanda una relación. El amor debe tener un objeto, Uno separado, un individuo independiente no puede amar. Ese individuo debe tener un objeto para su amor. Debe haber otro para amar. Ahora nos estamos introduciendo al corazón de la naturaleza de Dios. Él es amor, Él es relación. El Padre ama al Hijo porque Él entrega Su vida (Su propio ser) a Su Hijo. El Hijo entrega su vida al Padre, el Espíritu incluso entrega Su vida al Padre y al Hijo. Juan capítulos 14 al 17 describe esta relación de amor dentro de la divinidad.
Si Dios solamente contuviera una Persona dentro de sí mismo, entonces no habría amor porque tiene que existir una interacción tomando lugar entre un mínimo de dos personas. Así que ahora podemos ver que el amor es la descripción de la vida fluyendo dentro del Dios Triuno. El amor por si mismo puede solamente ser definido como el intercambio de vida que ocurre dentro de la divinidad. Ellos son uno porque ellos comparten la misma vida, la vida que es continuamente entregada unos a otros.
La coinherencia de la divinidad
El padre, Hijo y Espíritu no están solamente unidos juntos; ellos son uno (Juan 17). Esto significa que el Padre está en el Hijo, el Hijo en el Padre, y el Espíritu está en el Padre e Hijo. Ellos están en cada uno mutuamente. Esto es llamado coinherencia (Juan 14:11; 17:21). Obviamente, ellos no son independientes o individuos aislados funcionando separadamente uno de otro.
Cuando Cristo vino a la tierra, Él trajo al Padre y al Espíritu con Él. Más tarde, cuando el Espíritu vino a la tierra, Él trajo al Hijo y al Padre con Él. Ambos el padre y el Hijo enviaron al Espíritu a nosotros (ver Juan 14:26; 15:26). El Padre envió al Espíritu en el nombre del Hijo, y el Hijo envió al Espíritu desde (con) el Padre. Este es el maravilloso misterio de la Divina Trinidad. Ellos siempre trabajan juntos porque ellos son uno. Ninguna Persona considera Su vida como propia. Ellos están cada uno continuamente entregando sus vidas unos a otros.
¿Porque es que es hemos atravesado por tantos tiempos difíciles para entender este misterio de la Divinidad? La respuesta es simple, nuestras mentes caídas simplemente no pueden pensar en términos corporativos. Esa es la naturaleza de la caída. Nosotros solamente pensamos en términos de individuos aislados. Solamente podemos pensar individualistamente. Es por esto que hemos intentado entender a Dios como un individuo, pero, como hemos visto en este capítulo, Él no es un individuo. Por lo tanto, Él no sigue la misma línea de pensamiento que seguimos nosotros.
Debería ser obvio para usted ahora, necesitamos desesperadamente tener nuestras mentes renovadas. Esto debe comenzar con nosotros viendo el eterno propósito de Dios para el hombre. Entonces, por la gracia de Dios, avanzaremos para ver como Dios está cumpliendo este plan!
El elemento esencial en esta vida es la relación. El origen y fundación de todas las relaciones es el Dios Triuno. La relación de la Divinidad es La relación. En otras palabras, no existe otra relación. Encontramos la relación entre el Padre, Hijo y Espíritu Santo. Todas las demás “relaciones” son solo un reflejo de esa única relación.
Todas las relaciones naturales son solo una fotografía de la única relación divina que existe en la comunión eterna de la divinidad. Hay solamente una relación en esta tierra que no es una imagen o reflejo de la relación divina sino una expresión de la comunión de la divinidad. Esta es la relación de los miembros del Cuerpo de Cristo. Esto es porque el Cuerpo de Cristo está constituido con el específico propósito de expresar la vida corporativa de Dios.
Dios desea expresar Su propia vida. Su deseo es verter Su vida eterna en un vaso para que esa vida pueda ser expresada en una manera visible y tangible. Es importante que recordemos que esta vida es Dios mismo. Cuando Él entrega su vida, Él está entregando Su propio ser! Esta vida contiene la esencia de todo lo que Él es. No significa que esta vida es una fuerza o energía de alguna clase que está separada de Él. La vida es Él! Y esta vida es corporativa porque Él es corporativo.
La esencia de la vida es la relación. En otras palabras, la vida divina, la vida de Dios, es corporativa en naturaleza. Cada uno de los miembros de la divinidad es dependiente uno de otro. La vida no fluye en esta comunidad a menos que los miembros cooperen unos con otros. No hay vida sin la cooperación mutua de las Personas. Sin el Padre no puede haber Hijo, sin el Hijo no puede haber Padre, sin el Espíritu no puede haber Padre e Hijo. Ellos son totalmente dependientes uno de otro. La relación constituye el fluir de la vida. Si no hay relación entonces ahí no hay flujo de vida.
Una descripción de la vida corporativa de Dios
El apóstol Juan nos dice que Dios es amor (1 Juan 4:16). Es muy significativa esta declaración; mucho más de lo que normalmente creemos. Juan no está diciendo que Dios ama o tiene amor. Él dice que Dios es amor. La mismísima naturaleza de Dios es amor. En otras palabras, amor es la esencia de quien Dios es.
Ahora que sabemos que Dios ama, pero Él ama porque eso es lo que Él es. Amor es Su vida, amor es Su ser, amor es Su misma existencia! Así que esta palabra nuestra “amor” es una buena manera para describir la vida corporativa de Dios.
El amor demanda una relación. El amor debe tener un objeto, Uno separado, un individuo independiente no puede amar. Ese individuo debe tener un objeto para su amor. Debe haber otro para amar. Ahora nos estamos introduciendo al corazón de la naturaleza de Dios. Él es amor, Él es relación. El Padre ama al Hijo porque Él entrega Su vida (Su propio ser) a Su Hijo. El Hijo entrega su vida al Padre, el Espíritu incluso entrega Su vida al Padre y al Hijo. Juan capítulos 14 al 17 describe esta relación de amor dentro de la divinidad.
Si Dios solamente contuviera una Persona dentro de sí mismo, entonces no habría amor porque tiene que existir una interacción tomando lugar entre un mínimo de dos personas. Así que ahora podemos ver que el amor es la descripción de la vida fluyendo dentro del Dios Triuno. El amor por si mismo puede solamente ser definido como el intercambio de vida que ocurre dentro de la divinidad. Ellos son uno porque ellos comparten la misma vida, la vida que es continuamente entregada unos a otros.
La coinherencia de la divinidad
El padre, Hijo y Espíritu no están solamente unidos juntos; ellos son uno (Juan 17). Esto significa que el Padre está en el Hijo, el Hijo en el Padre, y el Espíritu está en el Padre e Hijo. Ellos están en cada uno mutuamente. Esto es llamado coinherencia (Juan 14:11; 17:21). Obviamente, ellos no son independientes o individuos aislados funcionando separadamente uno de otro.
Cuando Cristo vino a la tierra, Él trajo al Padre y al Espíritu con Él. Más tarde, cuando el Espíritu vino a la tierra, Él trajo al Hijo y al Padre con Él. Ambos el padre y el Hijo enviaron al Espíritu a nosotros (ver Juan 14:26; 15:26). El Padre envió al Espíritu en el nombre del Hijo, y el Hijo envió al Espíritu desde (con) el Padre. Este es el maravilloso misterio de la Divina Trinidad. Ellos siempre trabajan juntos porque ellos son uno. Ninguna Persona considera Su vida como propia. Ellos están cada uno continuamente entregando sus vidas unos a otros.
¿Porque es que es hemos atravesado por tantos tiempos difíciles para entender este misterio de la Divinidad? La respuesta es simple, nuestras mentes caídas simplemente no pueden pensar en términos corporativos. Esa es la naturaleza de la caída. Nosotros solamente pensamos en términos de individuos aislados. Solamente podemos pensar individualistamente. Es por esto que hemos intentado entender a Dios como un individuo, pero, como hemos visto en este capítulo, Él no es un individuo. Por lo tanto, Él no sigue la misma línea de pensamiento que seguimos nosotros.
Debería ser obvio para usted ahora, necesitamos desesperadamente tener nuestras mentes renovadas. Esto debe comenzar con nosotros viendo el eterno propósito de Dios para el hombre. Entonces, por la gracia de Dios, avanzaremos para ver como Dios está cumpliendo este plan!
Por Milt Rodriguez www.odresnuevos.org/articulo.php?IdArticulo=2




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